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EL SÍMBOLO DE LOS NAVEGANTES
Por Hugo Luis Bonomo (Argentina)
Seguramente, y más aún en esta época de las imágenes, usted habrá visto infinidad de símbolos que ocupan remeras, autos, camperas y hasta pieles propias, de seres que tratan de evidenciar sus inclinaciones, sus adhesiones o su personalidad, imprimiendo sobre las partes exteriores de sus prendas o de sus cuerpos, figuras o animales que su poseedor cree que tienen algo que ver con él.
Así las señoritas se tatúan en sus cuerpos hipocampos, serpientes, arañas, mariposas, florcitas, estrellitas o alguna otra imagen que, de acuerdo a su personal saber y entender exterioricen lo que sienten o tienen adentro.
La ropa es menos elegible, ya que, generalmente las gráficas están regidas por el merchandising de las multinacionales y su variación pasa por decidir a quien hacer publicidad.
Los vagos prefieren mostrar sus simpatías futboleras masivamente, en menos número la NBA y los más high o exóticos, marcas de autos polenta, gente que tenga que ver con alguna especie de arte o mensajes ecológicos que, si no es un regalo, demuestran una faceta sensible del usuario.
Ultimamente han aparecido remeras con algunos motivos náuticos, fundamentalmente relacionados con costas o lugares paradisíacos o nobles que, casi siempre, las compran quienes tienen fantasías sin horizontes y límites terrenales muy acotados y que, por supuesto, no saben de que se trata ni entienden lo que dicen porque está escrito en otro idioma.
Paradójicamente, esta gente que, tal vez, nunca estuvo sobre el agua ni a bordo de un barco elige imágenes de mares infinitos y lugares casi inalcanzables, exteriorizando su visión lanzada allende los mares a bordo de naves que, con su sola figura, comunican situaciones ubicadas muy lejos de la tierra.
Pero el símbolo náutico por excelencia, el que desde siempre ha precedido la testa de los marinos antológicos y ha identificado a los héroes de las batallas navales, ha sido el ancla.
De acuerdo a los rangos, especialidades, naves, regiones, tradiciones, pretensiones o posibilidades el ancla es azul, negra, plateada, dorada o de plata u oro y, seguramente, habrá con piedras preciosas engarzadas. Tendrán una cadena, cabos, sol, escudos de armas, de regiones o países; armas, palomas, alas… y, en algunos casos, se apela a un segundo instrumento que, al entrecruzarse con la primera, exige que ambas estén inclinadas. Se puede pensar que el gestor de esta variante haya sido uno de los que cree que la figura del ancla vertical trae mala suerte y, tal vez sea esta misma razón la que hace que al ancla, a pesar de ser femenina, se la nombre “el “ o “un”.
El caso principal, y además el tema que justificó todo este desarrollo, es que el ancla es la antítesis de la navegación. Un barco inmóvil no navega.
De todos los elementos que constituyen la maniobra de un barco, el único que lo inmoviliza y lo liga a la tierra es el ancla. Desde alta mar a un rumbo que devuelve a la nave a su medio más antinatural y al hombre a su habitat, podemos trazar un imaginario derrotero de elementos o situaciones; ancla, fondeo, muelle, puerto, varadero. Y en cualquiera de estas situaciones, y desde la inicial y más leve propiciada por el ancla, el barco no navega.
Seguramente el hombre ante la inseguridad de su frágil existencia, al decir de Walt Whitman, busca auxilio debajo de la suela de sus zapatos; cosa que, materializada, es perfectamente posible en cualquier lugar sólido de la tierra pero imposible encontrándose sobre el agua.
El hombre, después de ser pez, pisó la tierra, se acostumbró a ella y se hizo terrícola. Cuando vuelve a su antiguo elemento, a pesar de su decisión de surcarlo, es como si no quisiera cortar el cordón umbilical que lo une al cuerpo que lo cobija proporcionándole seguridad, y el único elemento que lo une a la tierra es el ancla.
Pareciera que la posibilidad de tener fantasías implica estar lo más alejado posible de la realidad.

DE ANACO A BABY DOLL
Por Mae de la Torre (Ecuador )
Hace algunos años, se me acercó una mujer indígena, vestida elegantemente, a la usanza otavaleña.
-Señorita, necesito trabajo para hacer los quehaceres domésticos, se hacer de todo, tengo certificados de recomendación, para que compruebes que soy honrada y trabajadora.
Justo, estaba necesitando una empleada, así que revisé los papeles, hice las verificaciones pertinentes, le contraté de inmediato, a María que así se llamaba. No me equivoqué al tomarla, pues era muy nítida, cumplida con sus horarios y quehaceres domésticos; además de ello, era de muy buen carácter, una virtud muy valorada por toda la familia.
Pasó un buen tiempo, y trabajaba sin ninguna novedad, hasta que un cierto día, María me pidió un adelanto de sueldo.
Como era prolija y organizada en sus cuentas, me llamó la atención por su pedido, así que percibí algo extraño, más aún cuando me dijo que era urgentisimo.
-¿Para qué necesitas? si aquí tienes todo, alimentación, vivienda, medicinas etc.
-Lo que pasa es que el domingo pasado que tuve salida, me hice amiga de un arquitecto, el quiere ser mi novio, pero me puso condiciones. Obliga a que saque anaco, camisa bordada, mapachumbi, gualca, quiere que vista como persona normal.
-¿Cómo es eso de persona normal?, eres una distinguida otavaleña, y esa es tu tradición, la verdad, no entiendo, explícame bien por favor.
-Yo ca sí entiendo, porque quiere forrar sus muebles, con mis anacos.
-Pero si tus anacos son muy elegantes, con paño de lujo, sus colores son extraordinarios, muy bellos, no deberías tomar esa decisión. Te estás dejando convencer de un absurdo.
-No, ya estoy convencida, por eso le pido además dijo el arquitecto que sólo si me cambio de ropa puede salir conmigo, me ofreció hacer caminar por el parque.
-¿Qué vas a hacer entonces? ¿Qué se supone que usarás en su lugar?
-Voy al mercado de la calle Ipiales, para comprar un vestido, medias nylon, zapatos de taco, porque cambio total quiere, hasta alpargatas voy a sacar.
-No estoy de acuerdo con esta decisión, si tú eres linda y se aprecia mucho como se visten los indígenas otavaleños, son inspiración de pintores, fotógrafos, etc. no sólo en este país, también en el extranjero, tanto por su pulcritud, como por su belleza del atuendo.
-Nada de eso importa Patronita, yo ca queriendo estoy al Patrón Arquitecto, voy nomás a cambiar el vestuario, ya no quiero ser indígena. Quiero comprar ropa que usan las señoritas, para dar gusto a mi novio.
-¿Crees que sólo si te cambias de ropa dejarás de ser indígena?
-Claro pes, el patrón quiere que cambie hasta la cara, por eso dije que ofrecí pintar pelo y cambiar color. Cirugía sí que no he de hacer. Quizás cuando reciba bono que recibimos los pobres, ahorrando poco a poco.
Cuando llegó el día lunes, no le vi en la cocina temprano como de costumbre, así que alcé un poco mi tono de voz, le llamé:
-María ¿dónde estás?,
-Quis la pendeja lo que hace asustarr… susurró.
Ruborizada al sentirse escuchada, contestó ¡Dime, dime Señorita!.
– Salió de su cuarto, totalmente cambiada, con permanente, pintada el cabello de rubio, con vestido cardenillo de seda, muy liviano, amplio, le daba levemente debajo de las rodillas, enagua blanca que expresamente dejaba que se vea un poco, un saco de lana, del mismo color del vestido, zapatos negros, medias nylon blancas.
Sin poder caminar – cataplum, cataplam. El peso del cuerpo, al descansar sobre finos tacos medianamente altos, le hacía balancear para un lado y para el otro. Se dio modos para llegar hacia mí.
-¡María! -no puedo creer lo que estoy viendo-, según tú, ¿dejaste de ser indígena para pasar a ser mestiza?. (Me sentí muy apenada por no verle con su característica tan distinguida).
-Si pes, así dijo Arquitecto, para poder dar el brazo, por eso mismo llegué cansada, y vienes a hacer despertar.
-¡Ah!- ¡Que tierna escena habrás vivido! ¿Ya le diste lo que te pedía?.
-Aún no pes señorita, espero case conmigo como ofreció, una vez que le regale las telas de mis anacos. Se quedará muy contento porque enseguida va a mandar a forrar sus muebles con eso.
Siguió trabajando normalmente, sin deterioro en su calidad de servicio. Cuando al despedirse un día domingo como de costumbre, me dijo:
-Señorita, ¡no me quieren mismo entregar a mi guagua!
-¿Tienes un hijo?, ¿y quién no te quiere entregar?, esto sí que es otra sorpresa.
Guarmisita es, (niña en quíchua) recién cumplidos los tres añitos está, es de otro patrón, pero quitaron las hermanas de él, porque trabajaba en su casa, y como son dos solteronas, se atajaron a mi hija para que críe con ellas.
Le aconsejé que les reclame, que tiene todo el derecho por ser su madre, a lo cual me respondió con tranquilidad y desparpajo:
-No te preocupes señorita, ya haré otrita.
!!!Con que facilidad hablas!!! Tu no estás casada, y no te puedes llenar de hijos
-Acaso se necesita ser casada, ques pes, nosotras ca tenemos nomás, mientras más guaguas, más ayuda hay.
-Entonces ahora ¿vas a tener con tu arquitecto la otra guagua?, ya me confundiste.
-No pes, si arquitecto ya me dejó pocos días después de quitar mi ropita. Ahora estoy saliendo con el señor Pedro que es taita de la primera guagua, es la que no quieren entregar las tías.
-¿Por qué le dices señor a tu novio?
-¡Ah!, porque era hermano de mis antiguas patronas, como él era solterón, le gustaba quedarse cuidando la casa. Como nos quedábamos solos, en las noches yo pasaba a mi cuarto, me ponía una pijama transparente, color celeste de nylon, con encajes de seda; le llamaba para que me de leyendo la Biblia.
-A ver, a ver, explícame (yo estaba absorta con sus declaraciones, parecía un cuento, o sacado de las novelas mexicanas que para eso era buena) explícame, ¿él te aceptaba eso?. ¡Qué raro!, ¿cómo es él?. Quería seguir indagando porque me parecía que mi empleada tenía una excelente imaginación de escritora, que yo no la tengo).
-Es guapote, alto, bien blanco, un poco rubio, empezando a salir canas está. Nunca se ha casado. Las señoritas le decían que es un poco como bobo, que tan querrían decir. Pero yo sólo al caminar le veo medio rengo, con la cabeza medio de lado y los ojos como perdidos. Así que le gustaba todas esas noches venir a leerme, me decía que tengo los ojitos chuspis, bonitos, como de chinito, con lindos cachetitos, y dientes pequeños como de ratón. Me decía que le encanta mi piel tan quemadita por el sol
-¿Y te leía la Biblia entonces? Claro pes. Pero eso era sólo un pretexto. (yo me contenía la risa, por lo insólito)
Con él, empezaron a salir casi todos los domingos, hasta que amaneció un día como cualquiera.
-Señorita, ¿Me puedes llevar al hospital para hacerme un chequeo? Le dije si estaba enferma o es un chequeo anual, a lo que contestó
-¿Enferma? – sí, si he de estar, porque amanecí con vómitos, y está creciendo panza.
-No me dirás que estás en cinta.
-Preñada has de querer decir, eso mismo ha de ser, porque ya pasé por primer guagua, igualito.
Dos años después, María me solicitó salir más temprano el fin de semana.
Riin, suena el timbre. ¡Ya viene, ya viene el señor Pedro! Dijo emocionada y nerviosa
María se demoró en salir, el hombre se fue.
Pocos minutos después, María salió corriendo desesperada.
!!!Pedroooooo!!! le gritó provocando un ruido ensordecedor. Este regresó y le entregó un papel.
-!!!Señorita!!! me dijo María, muy entusiasmada y al mismo tiempo nerviosa, con un acento débil, acotó, da leyendo papel.
Con una letra un tanto ilegible e insegura, pude dar lectura:-“Maria, te espero donde sabemos, para pasar el fin de semana”
-Gracias señorita, ¿puedo llevar comidita para la guagua, para el fin de semana?
-Pero se va a dañar, sólo le puede durar el día de hoy, no le vayas a dar los dos días, le puede dar un tremendo cólico a tu hija, más aún si tiene tan sólo dos años.
– No, siempre hago lo mismo, le llevo en unas tarrinas, le doy nomás frío y guardado, ya está acostumbrada.
-¿Cómo te las arreglas con la guagua? ¿Tienes donde llegar?
-A motel lleva el señor, afuera del cuarto dejamos a la guambra, se queda nomás entretenida con la comida, a veces se pone a llorar, pero no le hacemos caso, y calla nomás, de cansancio, se queda dormida por ay. (ahí).
-Con razón que aparece con dolores de barriga y hambres caninas que le quita hasta al perro los huesos de su comida. (porque en la casa no se cocina con huesos la sopa, malo para el colesterol)
Después de unos seis meses aproximadamente, se acercó María para decirme:
-Dios te pague señorita, me tengo que ir del trabajo, me voy con mucha pena, pero quiero que Pedro me mantenga, ya tenemos un cuartito para vivir juntos. Me va a comprar más ropa, igualita a la que usan las señoritas, en las novelas mexicanas. También ofreció ponerme en un curso de costura, he de asomar aquí para hacer tu ropita.
Pasaron muchos años cuando inesperadamente recibí fotos desde España, era María en baby-doll, casada con un obrero español, hijo de ecuatorianos. Había también una postal con pocas palabras: “Señorita, te extraño mucho, te enviaré otras fotos desde estas lejanías, extraño, a mi llacta, el cachullapi, el pasillo, las tortillas de maíz.
A mis cinco guaguas que dejé votando por ay, cada que puedo les mando platita ¡!!!!ole!!!!!!!!. Espero que no hagan pandilleros, porque mis taitas con recibir la plata no les importa lo que hagan, con tal de que estén contentos. Ya dizque están vistiendo como gringos jipis (hipies), con argolla hasta en el pupo, y con esas manchas en la piel que creo que llaman tatuajes,
No se si estos murcianos querrán recibir a mis guaguas.
A veces toca llorar por la tristeza, ojalá pueda ir pronto a verles.
Te mando esta foto con baby doll, para que des entregando a mis hijos. Por el trabajo, sólo con compatriotas nos vemos, los españoles nos juyen (huyen). Cuando vamos a las playas y están ellos, no demoran en salir corriendo, así que nos dejan a las anchas disfrutando.
Eso era todo, cuando veas a mis hijos darás consejitos. Con todo respeto e inmenso cariño. Tu María.
Nota: El diminutivo, costumbre ecuatoriana
Los nombres como llacta, cachullapi, etc. están en quichua, lenguaje indígena.
HACIA LA NADA
Por Adrián N. Escudero
Parte IV/IV (Final)
A la amiga en las letras y hermana en la fe y humanidad, Dra. en Letras, Prof. Graciela Maturo: con innegociable e irrevocable afecto amical y admirativo…
(…) – Viene de Parte III/IV:
Y aunque esta vez La Silla de los Escalofríos se mantuvo quieta, como alelada por el presentimiento góticamente macabro que su dueña susurraba, hamacando entre su lengua tan gastada como vivaz, los preciosos dientes de su última dentadura robot neuro funcional… (Digresión: regalo mío, bajo seudónimo, o ¡toda una estratégica jugada familiar digna de mi estilo zorro…! ¡Ahgggg!; haciéndola parte del festejo que me acarreara el éxito editorial de mi libro “Horror Hiperkinético y Otros Cuentos”, editados por El Porvenir S.A.S., Metrópolis Argenta (Confederación AMERI.SUR.), Marzo de 2.060)…, decía, su irreverente Máquina de Escribir, tan vieja y esclavizante como ella, hizo vibrar con el Destemple de su golpeteo, hasta los mismísimos demonios (“los Míos, claro”) que habitaban En las Tinieblas de su mente…
Su inspiración deseaba lograr ¡ya!, ¡ahora!, con irrefrenable urgencia, dos cosas: primero, homenajear a aquellos inofensivos creadores de miedo enmarcados en su oficina o enlibrados en alguno de sus tomos de Horror Contemporáneo, resucitándolos de algún modo de Entre los Muertos; y, segundo, ofrecer además un discurso fundacional, un Manifiesto de Vida a El Club del Sol Negro de su querido nieto legítimo y su estimado nieto alquilado… Es decir, el club de su otro –su otro, dejo constancia, porque… “que los hay los hay”…- nieto, el mayor aunque enano de estatura, James Petey, y su escarlata amigo -por el pelo rojizo que esgrimía, al igual que el extraño vecino de al lado, y en añorado estilo punk-, El Chino Loco…. Sí, un manifiesto para El Club del Sol Negro o El Cuarto de Goma, donde todo se tornaba, para ellos, y quienes quisieran habitarlo, abrumadoramente brillante, flexible y… ¿siniestro
Ahora bien. Para el primero de los delirios u objetivos –obsequiar a los chicos su bizarro Manifiesto-, hizo algo aparentemente simple: tomó el índice cruelmente amarillo del TOMO I – “Horror”, seleccionado por Charles L. Grant, sobre relatos de sus autores preferidos en el género, y urdió un cuento citando –ordenada y respectivamente- los títulos de dicha antología; conjunto selectivo de trabajos reunidos en Ediciones Martínez Roca, S.A. – Barcelona (España), 1993.
Lo cierto es que, después de cavilar un poco, se convenció de que aquella historia argumental, presa ya su mente de la fiebre creativa, y aderezada como estaba por los efectos metafísicos del olor a incienso que le había quedado impregnado todavía en las fosas nasales después de asomarse a la ventana y unirse al Padre George en la apagada procesión que la viera marchar en la tarde de ayer y su jornada de Viernes Santo lastimoso con el Cristo colgado del Madero y la Virgen de los Dolores a sus pies, y todo al compás del resonante latiguillo de la Salve María: “… a ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando…” (¡Ahgggg!), pensaba, bien podría dar respuesta a ambas inquietudes…
Con ella, El Club de los muchachos tendría su deseado e intrigante -por cuanto nada sabían, por ahora, de su contenido- Manifiesto Fundacional…
… Fue entonces cuando unos Pordioseros tocaron a la puerta, pero mi Nona no se movió de La Silla ni dejó de teclear su arcaica Máquina de Escribir… Charles L. Grant era un exigente compilador, y, para ser aceptada como uno de sus elegidos, este argumento debía ser lo más góticamente tenebroso, por lo que no podría sino celebrar, aunque indirectamente, lo que pasaría a acontecer, en este instante y caserón de por medio, en El Patio Trasero de El Señor Valdemar (Canavan, agrego): aquel rojizo, solitario y aburrido vecino de barrio, medio marica y beodo, todo un jardinero atendiendo y regando -con rigor afiebrado- a su pléyade de margaritas, prímulas, anémonas, pensamientos, begonias, tulipanes y bocas de dragón. Una dulzura de narciso homosexual, amigo de don E.A.Poe. (¿Recuerdan? ¿Síiiii…? ¡Bravo! ¡Ahgggg! ¡Ahgggg!)…
… Así que cuando abrió la puerta de su habitación para transponer a pie juntillas el salón comedor que daba a la entrada de su domicilio suburbano, sólo pudo comprobar con histérico espanto cómo, y en efecto, “muchas veces la realidad supera a la ficción”
VI – El Seis (El Manifiesto Fundacional)
“Dios te salve, María. (…). A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suplicamos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas…”.
Decía:
“Creemos que fue S-Tan quien abrió la ventana y dejó escapar al tiempo. Fue aviesa traición. Los sellos se desataron como látigos mientras el tiempo se escurría como una masa incontenible de energía difusa y multidimensional…
“Quiso vengarse, tal vez, de nuestras fanfarronas existencias, de nuestros rostros elásticos y sonrientes, primicias de lo eterno e inasible para él.
“Detrás de su reja de vejez inexorable, a pesar de haberlo logrado, pudo más la envidia de lo inalcanzable que el orgullo (¿la alegría?) de lo creado. Mal dios, este Tan (¡Ahgggg!).
“Qué lástima. Las horas –que no conocíamos- son ahora como un ácido voraz que corroe las entrañas y, a espasmódicos movimientos nos transforma en otros Tan, viejos y cansados, sin la esperanza de la infinitud que, artificialmente, él infundiera algún día en nuestras vidas…
“Y cuando el fermento de los alimentos ingeridos en la alquimia de una desaparecida juventud, se libere, espontánea y grosera de nuestros cuerpos, el corazón dirá ¡basta!, y estaremos muertos.
“Y nadie volverá o podrá encerrar otra vez al tiempo en este mundo.
“Nosotros, desterrados habitantes del Edén, lo suscribimos…”.
(¡Ja, ja! ¡Ésa es mi Nona! ¡Ahgggg!)
VII – El Siete (¡Muerte al Conejito de Pascua!)
«EL SIMBOLO DE LOS NAVEGANTES:» Gosto muito de ler contos, poemas…Tudo! Mas tenho certa dificuldade de ler
em Espanhol, uma língua romântica que eu adoro! Seu Conto, Hugo Luis Bonomo, por ser curto, me arrisquei ler!
Parabéns ! Fala de um símbolo que eu adoro: Desde criança me encantei pelas coisas do mar, navios, leituras, e
poemas que falavam do fantástico mundo marítimo que eu não conhecia ao vivo : a imensidão de água salgada,
baleia, polvo, siri, conchas e ÂNCORA, que eu desenhava , copiando de gravuras… um símbolo de segurança,
cuja forma eu admiro.Eu não entendia como esse objeto podia » segurar»o Navio! ÂNCORA E TIMÃO, apenas no desenho ou revistas, mesmo assim eu dava asas à imaginação…
Tua mensagem contém alma de marinheiro, a beleza do mar e a força da ÂNCORA e de tuas palavras! Parabéns!